domingo, 3 de agosto de 2014

No me veo capaz de......


BERTA CHULVI 
En 2011, el Gobierno amplió la edad de jubilación hasta los 67 años, obviando que determinadas ocupaciones manuales suponen tal desgaste físico que es imposible llegar a esa edad haciendo el mismo trabajo. Esa es la opinión mayoritaria de los trabajadores consultados. Olga tiene 59 años y es cocinera en una empresa de catering que trabaja para colegios de Madrid. Cada día mueve 2.400 kilos, una cifra que es el resultado de mover dos veces 120 bandejas que pesan 10 kilos cada una. A eso hay que añadir tres jarras de un litro por bandeja, con las que echa las salsas de tomate a los platos cocinados, es decir, a esa cifra hay que añadirle 360 kilos más. Entró en la empresa con 39 años y ahora, 20 años después, hace el mismo trabajo que cuando empezó. Recientemente la han tenido que operar de un hombro: “He estado de baja un año. Tenía roto un tendón y desgaste por levantamiento de peso. Es evidente que tiene que ver con el trabajo que hago, pero no he tenido ganas de pelearme con la mutua ni con la empresa. Si te metes en líos con ellos es peor y el año que viene pretendo prejubilarme con un contrato relevo. Así no puedo seguir”, explica la trabajadora. Olga debería operarse del otro hombro que también tiene dañado, pero no se atreve. “La recuperación ha sido muy costosa y dolorosa –comenta Olga– y no sé si me veo con fuerzas de volver a pasar por ahí”.

Esta trabajadora no quiere pelear por su tema personal, pero como delegada de prevención sí le está pidiendo a la empresa cambios: “Hemos conseguido que pongan más carros para evitar manipular tanto peso, pero no hemos conseguido nada en el terreno de la organización del trabajo. Estamos pidiendo que determinados puestos sean rotativos, con la idea de que la gente no llegue tan cascada a los 50 años. Así es imposible llegar a la edad de jubilación, y quienes ahora tienen 40 años van a tener que jubilarse a los 67. Es una locura”.

Isabel es camarera de piso en un hotel de Isabel es camarera de piso en un hotel de Barcelona. Tiene 60 años y acaba de prejubilarse. “Me he prejubilado con un contrato relevo porque es imposible seguir haciendo el mismo trabajo que hacía. Limpiamos 20 habitaciones y 20 baños al día. Es un esfuerzo físico tremendo. Una sola persona ha de levantar las camas y limpiar a un ritmo frenético suelos, cristales, espejos, etc. Nuestros cuerpos no lo aguantan. Mis compañeras de 50 años están deseando llegar a los 60 para ver si pueden jubilarse, aunque las cosas se están poniendo cada vez más difíciles”, explica Isabel.

En los últimos años, la empresa ha dejado de introducir mejoras en el equipamiento, inversiones en equipo que aligeraban el trabajo de las camareras de piso: “Con la crisis han dejado de invertir. Cambiaron 40 de 400 camas y ahí se quedó la cosa”, añade esta camarera de piso. Isabel fue delegada de prevención y conoce bien las patologías sufridas por ella y sus compañeras: “Las lesiones en muñeca y hombros están a la orden del día. También los problemas de circulación en las piernas. La sobrecarga de trabajo se ha agravado con la crisis. Hace poco, el hotel ha hecho un ERE y no hay recursos suficientes para hacer el trabajo. Todo se tramita como enfermedad común, aunque está claro que son lesiones que tienen que ver con nuestro trabajo”.

Silvino trabaja en una planta de reciclaje de residuos en Vizcaya. Tiene 52 años y lleva ocho en la empresa. Empezó a trabajar a los 14 años. Por la mañana llevaba fruta a una frutería y por la tarde trabajaba en un taller. Lleva mucho tiempo haciendo esfuerzos físicos y no se ve llegando a los 65 en su actual puesto de trabajo: “Estoy al final de la cinta de la planta de reciclaje, tirando la basura que sobra y seleccionando el cobre”, explica. Hace poco ha estado de baja tres semanas por un desgarro en un hombro: “La movilidad completa no la he recuperado pero ya estoy trabajando. A mediados de agosto tengo que volver a la mutua para que me vean”. Para curar un desgarro en el hombro, una baja de tres semanas parece corta, pero la mutua ha emitido un informe de que es apto con restricciones. “De momento no estoy haciendo trabajo que requiera levantar peso. Me agobia pensar que llegue un momento en que me digan que haga algo y no pueda hacerlo”, explica el trabajador. Silvino tiene muy claro que establecer la misma edad de jubilación para la gran mayoría de los trabajadores es una locura: “No es lo mismo trabajar en un despacho que estar en una planta de reciclaje, expuesto al frío, al viento y al sol y levantando pesos”, concluye.

Carmelo tiene 60 años, vive en Barcelona y trabaja en la construcción. Explica muy bien su situación actual cuando habla de su cuerpo: “El cuerpo no es el mismo. Y el que diga que sí es que está tonto. Yo tengo más experiencia, pero no tengo los mismos reflejos para subir a los andamios”, afirma. El año que viene va a tratar de llegar a un acuerdo con la empresa: “Yo, así, a los 65 años no llego. O consigo que la empresa me prejubile o me largo. Yo empecé a trabajar a los 13 años y medio y ya está bien. Con mi edad hacer los esfuerzos que yo hacía cuando era joven es un abuso. Si te pasas no te recuperas como antes. Antes en un día te recuperabas, pero ahora tardas más de una semana”.

Óscar es delegado de prevención en una empresa de maquinaria industrial de San Sebastián y nos cuenta un caso de un compañero de 59 años que ha estado haciendo turnos de noche: “Hemos tenido que intervenir desde el sindicato porque el trabajador ha estado ingresado recientemente por problemas cardiovasculares y lleva dos o tres años en el turno de noche. Además, como es un trabajador muy disciplinado, la empresa se ha aprovechado de él y le ha hecho cambios de turnos para cubrir bajas, de manera sistemática. Él tiene miedo de enfrentarse y no se queja. Solo ahora, cuando ha intervenido el sindicato, lo han puesto en un taller que no hace noches”. 

Los datos en Europa

Por encima de los cincuenta años, más del 50% de los trabajadores europeos tiene problemas de espalda; en ciertas profesiones, donde el esfuerzo físico es mayor, la proporción es muy superior: el 75% entre los trabajadores de la construcción o trabajadores agrícolas, el 70% entre los conductores, el 60% entre las trabajadoras de la limpieza y los trabajadores de la industria. Así se desprende del análisis realizado por Patricia Vendramin y Gérard Valenduc de los datos de la V Encuesta Europea de Condiciones de Trabajo.

En esta encuesta también se preguntaba a los trabajadores y trabajadoras en qué medida se sentían capaces de llegar a los 60 años en su actual empleo. Solo en ciertos grupos profesionales, los trabajadores que están a punto de entrar en la cincuentena (entre 45 y 49 años) se sienten capaces de seguir hasta los 60: se trata de los cuadros directivos (72%), otros puestos superiores (80%) y los mandos intermedios (70%). Para todos los demás grupos profesionales, ni siquiera 1 de cada 2 afirma que se siente capaz de seguir en el mismo puesto de trabajo a los 60 años. Entre los obreros de la construcción, los trabajadores de la industria y el personal de limpieza, solo entre el 30% y el 35% de las personas se ven trabajando de lo mismo con 60 años. En España, esos trabajadores tendrán que jubilarse a los 67 años. 




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